lunes, 14 de diciembre de 2009

“Había una vez un niño que llegaba a la escuela siempre tarde. La maestra lo retaba, y el chico, pobre, lloraba.

Un día la maestra le pregunto:

-Eulogio, dime una cosa: ¿por qué llegas siempre tarde?

El jovencito, humillado, bajo la cabeza y empezó a lagrimear. La maestra, lo estimulo a que hablara. Lo acaricio. Le dio un caramelo. Le pregunto de que cuadro de futbol era. Y Eulogio finalmente abrió la boca y dijo:

- Lo que pasa, señorita, que cuando me levanto mama y papa ya se fueron al campo a trabajar, y yo estoy solo, y no encuentro nada, y me demoro mucho buscando, y hasta que recojo todo, llego tarde, eso me pasa.

La señorita lo observo, pensó, le canto el “arroz con leche”, y finalmente le dio este consejo:

- Mira, Eulogio, te voy a regalar un cuaderno, y en ese cuaderno todas las noches antes de ir a dormir anota donde dejas todas las cosas, la ropa, los zapatos, los útiles, la cartuchera, los libros, y a la mañana, cuando te levantas, vas al baño, te cepillas los dientes, bien pero bien a fondo, porque tenemos que luchar contra las caries, y después lo primero que haces es tomar el cuaderno y con él en la mano vas recogiendo las cosas de tu casa, y cuando ya tienes todo a mano, lo pones en la cartera, te sientas a desayunar, que es muy importante, y más vale que tomes leche, por el calcio, y te pones el guardapolvo, llevas la cartera y veras que temprano llegas a la escuela.

Eulogio miro a la señorita, llenos los ojos de elogio y gratitud. Ella bajo el cachete para que él le diera un beso. Pudoroso, le rozo la mejilla. Y volvió a casa contentísimo con el cuaderno que ella le dio.

Llegada la noche todos vieron como Eulogio se afanaba con el cuaderno en la mano y recorría la casa y escribía:

- La cartuchera está en la cocina, al lado de la pileta.

- El libro de lectura esta en el pasillo al baño.

- Los zapatos, uno en el dormitorio, otro bajo el sillón de la abuela.

- El guardapolvo, en el desván.

- El cuaderno de clase a la entrada, bajo la percha.

Y así todo.

Cuando concluyo, contento se fue a la cama y estaba a punto de conciliar el sueño cuando, de pronto, se sacudió, bajo, tomo el cuaderno y escribió:

- Yo estoy en la cama.

Ahora si se fue y se durmió, plácidamente, como nunca.

A la mañana se despertó radiante, primero el baño, después los dientes, con furia creadora, y después tomo el cuaderno y fue recogiendo cada cosa de su lugar. Luego tomo su porción de calcio y finalmente se iba a la escuela, pero se acordó. Miro nuevamente en el cuaderno, y allí estaba escrito:

- Yo estoy en la cama.

Casi se olvidaba. Fue a la cama a buscarse, y no se encontró. Se sentó en el suelo y lloro largamente. Se busco por toda la casa, y no se encontró. Finalmente, desahuciado, llego al colegio más tarde que nunca.

La maestra le pregunto qué pasaba.

Él le conto que había seguido su consejo, y lloriqueando le dijo:

- Encontré todas las cosas, señorita, pero a mí no me encontraba.





Es dificil encontrarse a uno mismo. Puede que a veces uno se encuentre en un momento en el que todo le parece medianamente en ordén.. Pero siempre llega el desorden y ahí es cuando nos empezamos a preguntar ¿Por qué? ¿Para qué?.. y vamos dejando de lado cada vez más nuestra escencia.

Dejemos de preguntarnos y hagamos algo por nosotros. Ésta vida es la que tenemos y si bien no es perfecta, seguro que tiene muchas cosas buenas, que nos gustan y que podemos hacer para estar mejor.. No nos convirtamos en un "trapo de piso" buscando respuestas que no nos sirven.

1 comentario:

  1. Genial, y posta que es muy difícil encontrarse a uno mismo, terminar de conocerse!
    Un beso :)

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